Si la energía nuclear no tiene amplio apoyo social, es mejor que no exista. Tal es la opinión de Luis Echávarri, Director de la Agencia para la Energía Nuclear, organización con sede en París que reúne a 28 países en el mundo.
Reactor número tres
Con el mismo ritmo con el que continúan los esfuerzos por reducir la temperatura al reactor número tres de la central de Fukushima, aumenta el temor de la población japonesa. Ayer, por temor a que el agua corriente esté contaminada, los habitantes de Tokio agotaron literalmente las existencias de agua embotellada de los supermercados.
Un día antes, el Departamento de Agua de Tokio había anunciado que había detectado niveles de yodo radiactivo en una depuradora en la capital equivalentes a los 210 becquerel (unidad con la que se mide la actividad radiactiva).
El límite de seguridad de consumo para los bebés es de 100 becquerel, y el máximo admitido para adultos es de 300. Hace pocas horas, el Gobierno admitió que existen niveles de radioactividad superiores a lo normal en seis regiones: Fukushima, Ibaraki, Chiba, Saitama y Tochigi.
Miedo a la contaminación
Pero los japoneses no son los únicos que están angustiados por las consecuencias que la crisis nuclear segunda en gravedad en su país pueda tener para su salud, ya que el temor se siente en el mundo entero.
Varios gobiernos han evacuado ya a sus delegaciones, y Australia, Singapur, Rusia y Estados Unidos prohibieron las importaciones de leche y alimentos procedentes de las zonas aledañas a Fukushima. Hong Kong, por su parte, exigirá a Japón que realice controles de seguridad para carne, huevos, pescado y marisco.
Energía nuclear, una decisión política
La emergencia nuclear en Japón puso de nuevo sobre la mesa un debate que, en los últimos años, había adquirido un bajo perfil: el de la necesidad o necedad de la energía nuclear. Para muchos expertos, esta emergencia ofrece igualmente la oportunidad para discutir el tema claramente, sin prejuicios y con mucho sentido común.
Uno de ellos es Luis Echávarri, Director de la Agencia para la Energía Nuclear, NEA por sus siglas en inglés, quien considera que si la energía nuclear no tiene apoyo social es mejor que no exista.
Frente a la idea de someter a referéndums su uso, Echávarri opina que referéndum es un arma política muy determinada y no necesariamente da una buena respuesta a los problemas de la sociedad. “Los referéndums simplifican mucho las cosas.
Yo creo más en el debate parlamentario y que éste arroje conclusiones,” precisa el experto. Un debate más que oportuno si tomamos en cuenta una de las grandes lecciones que nos deja lo sucedido en Japón y que comparte el Director de la NEA: la industria nuclear tendrá que someterse a un gran revolcón.